La Cola Espiral
En una aldea remota, de no se sabe
dónde, ni cuando, una niña se despertó al amanecer, se desperezó y sonrío ante
la llegada de su abuela.
- ¡Buenos días abuela! dijo saltando
de la cama hacia ella y lanzándole sus brazos al cuello. Esta noche he soñado
hermoso, había en mi sueño muchos gatitos rodeándome, y he despertado en medio
de sus dulces ronroneos..prrrr..prrrr.prrrrrr. Cuéntame otra vez esa historia
de los gatos, abu, ¡por favor! – le pidió la niña-.
- Debo haber perdido la cuenta de las veces que te la he contado, amor, pero ahí vamos, dijo llevándosela en brazos de nuevo a la cama.
- Debo haber perdido la cuenta de las veces que te la he contado, amor, pero ahí vamos, dijo llevándosela en brazos de nuevo a la cama.
Cuenta la leyenda, que en el reino de los
animales míticos, todos tenían un rasgo característico: el caballo pegaso sus
alas, el unicornio su cuerno mágico, el colibrí sus alas invisibles al vuelo. Y
el gato…. el gato una cola estilizada de movimientos erráticos, ora lentos, ora
cansinos, ora alerta, ora dormida…..pero sólo en apariencia. Todo el mundo sabe
que es tan elástica como su cuerpo, lo que pocos recuerdan, es que es capaz de
producir encantamientos.
Marcina era una hermosa gata tricolor que
gustaba de oler las flores cada día y mascar sus hierbas. Luego tomaba el sol
en una lomita.
Una mañana, cuando nada hacía presumir que
el día iba a ser distinto del anterior, sus verdes y penetrantes ojos se
posaron en un abeto. Mirando con
detenimiento se acercó a un agujero en el tronco del mismo y sin mediar palabra
(o digamos maullido) fue absorbida por el mismo. Y en segundos que le
parecieron horas, fue descendiendo en espiral hasta llegar al fondo de un
abismo troncal.
Suavemente a pesar de sus piruetas previas,
cayó sobre una alfombra de musgo blandito. Todos sus sentidos alerta, los pelos
como escarpias y las pupilas dilatadas, nuestra amiga creyó estar soñando ¿cómo
diablos había ido a parar ahí?.
De pronto su flexible cuerpo se tensó, oyó
una voz que le llamaba, como un susurro, casi como un ronroneo… no se pudo
resistir, y con curiosidad se abrió paso ante el misterio. Lo que descubrió
ante sí la dejó maravillada, no lo podía creer, era una preciosa espécimen felina,
la diosa de los gatos, un ser que irradiaba una gran luz amorosa y cálida.
Enseguida se sintió cómoda y acogida, rozaron sus caras con infinita ternura, y
después de varios lametazos, se sentaron en su forma favorita a compartir: al
modo de la esfinge, panza abajo, patas recogidas. La diosa habló:
-
Ya estás
en la edad, pequeña, en que todas las criaturas de mi reino, son iniciadas en
el conocimiento ancestral del servicio. Te he traído hasta aquí con ese motivo.
-
Creí que
eras una leyenda. Todos hablan de ti, pero nadie te ha visto en el reino medio.
-
Me dejo
ver muy poco, y sólo ante aquellas criaturas de corazón puro, hay que dar
cierta nota tonal para poder estar en mi frecuencia. Y no es por presunción, sí
por vibración.
-
¿Vibración?
– preguntó Marcina intrigada.
- Música.
Todos los seres tienen una melodía que los distingue. Algunas veces ésta suena dulce
y serena, otras estridente y bulliciosa, y siempre hay quién lleva una
cacofonía ambulante. Los seres humanos principalmente, son los únicos capaces
de generar tal discordancia auditiva, sólo distinguible por aquellos que
tenemos la capacidad de oír hasta lo inaudible.
-
¿Inaudible?
-
Si, por
usar un término humano. Mientras que ellos escuchan sólo con los oídos,
nosotros lo hacemos con todo el cuerpo, con cada pelo literalmente. No se nos
escapa nada, lo sabes.
-
¡Es
cierto! Pobres humanos ¡qué limitados son! – exclamó Marcina.
-
Si, y es
por eso, que cada cierto tiempo, uno de los nuestros debe ir en servicio a
habitar un hogar.
-
¡Guay! ¿Y es
eso lo que querías enseñarme? ¿voy a ir a un hogar humano? Odio las
estridencias…buff!
-
Sí. Irás. Y
el conocimiento que voy a entregarte está muy relacionado con tu misión, indicó
la diosa con una mirada abismal.
-
¡Quiero
saberlo todo! exclamó una Marcina impaciente.
-
La
capacidad perceptiva del pelo gatuno, es tremenda, debes haberte dado cuenta de
ello con los simples embates del viento y la dirección que siempre te sugiere, se
eriza para duplicar tu tamaño ante la amenaza de un enemigo, también tus
bigotes te advierten de cuando cabes o no por un agujero. Pero lo que los
iniciados como tú deben saber, es que los pelos de la cola son especializados y
cumplen otro fin adicional, privilegio especialmente reservado a los gatos
domésticos.
Marcina
escuchaba atentamente con los ojos como platos.
-
Tu cola es
en realidad un especialísimo diapasón, capaz de serenar la cacofonía interna de
los humanos. Todo lo que tienes que hacer es captar su mirada con la cola, una
vez sus ojos estén fijos en ella, muévela a voluntad, con movimientos
inesperados, subrepticios, inquietantes, que los pille desprevenidos, no pueden
descubrir ningún patrón en ella. Si lo haces certeramente, a los pocos
segundos, el humano estará abducido por ella y se habrá iniciado el
encantamiento. Suavemente irá cayendo en un sopor, la retahíla de pensamientos
se irá desvaneciendo y si permaneces a la escucha con felina atención, oirás como
se hace el silencio en su mente. Da igual si es sólo por cortos lapsos de
tiempo, lo cierto es que la música del alma de ese ser, poco a poco se irá
abriendo paso y la escucharás solapando el ruido disonante de antes. Entonces
serás testigo de algo crucial: dentro del corazón de las personas hay una melodía
única, que combina a la perfección con la música de las esferas y cuando el
humano la oye, cuando oye su propia
música del alma, su conciencia se expande hacia el infinito, donde todo es sosiego, amor
y unidad.
-
Wowwww! ¿y
todo eso es capaz de hacer mi cola?
-
Sí. Y es
ahí donde radica tu servicio. Necesitamos gatos comprometidos con el bienestar
de la humanidad, único reino que aún no es del todo consciente de que la
Sagrada Unidad de lo Eterno de la que todos formamos parte, le requiere perfectamente
sintonizado para que el Ser se exprese en cada uno con perfecta claridad.
-
¡Quiero ir
ahí! ¡quiero ir a un hogar con humanos, y poder así ayudarles a recordar sus
melodías del alma!.
Y así fue como Marcina vino a
nuestro hogar una mañana de verano -dijo la abuela acariciando a la gata que había saltado repentinamente a la cama al saber que hablaban de ella-. Me la encontré en el mercado del pueblo a
la caza de un pescado que pudiera robar en el puesto de algún descuidado vendedor.
Me quedé prendada de ella, el brillo del sol en su pelaje y su profunda mirada
de ensueño me cautivaron. Me la traje conmigo a casa. Tu abuelo había muerto
recientemente y yo no encontraba consuelo alguno. Toda una vida con él.., mi dolor era
infinito... Ella pasó a ocupar mis días, atendiéndola, empecé a sentirme de nuevo
útil y responsable de otro ser vivo.
Un atardecer dorado, recién llegado
el otoño, ella se subió a mi regazo, yo estaba distraía en mis pensamientos,
cuando de repente sentí un golpeteo y reparé en su cola, y ella sabedora de mi
observación, la curvó en espiral, entonces caí presa del encantamiento, pude
escuchar mi canción del alma y ya más nunca volví a sentirme sola. Supe desde
el fondo de mi corazón, que sigo siendo sostenida por la vida, por los sueños,
por el amor de mi amado, con quién algún día volveré a reunirme para siempre...
Copyright © Rita Stone – Marzo 2014
4 comentarios:
Waaauuu que lindo cuento. Quede hechizada por la cola gatuna de zapitas, lo vivi :-0
Que emocionante! Me encanta!!!
qué bello!!!!
Me alegro que les guste chicas, cortesía de Zapas el cuentito :-D
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